sábado, 4 de junio de 2011

CAPITULO 1 DE MI LIBRITO. "GUIA PARA NUNCA MADURAR"

Capítulo I
Parte 1 Universitarios, que locas nos volvieron


No recuerdo la fecha exacta en que mi amiga Cupida comienza su relación con un muchacho alto, delgado y simpático. Para proteger su identidad, lo apodaremos “El Gringo” ya que vivió en los Estados Unidos casi toda su vida.

Su historia de amor y cursilerías comienza desde el primer momento en que sus miradas se cruzaron durante una reunión social poco común.

Cupida se encuentra pasando un buen rato con sus compañeras de la escuela. Charlan y comentan sus anécdotas cotidianas y El Gringo se percata su existencia.
Minutos después se miran de reojo cada que sienten que encuentran un tonta excusa para voltear al lugar donde se encuentra el otro.
El Gringo (Como buen foráneo atrevido) toma la iniciativa y se acerca a preguntar a la bella Cupida si es que posee un nombre.
Cupida se siente invadida; pero de cualquier manera le responde con la verdad y formula la misma pregunta.
-         Cupida. – Dice sonriente
-         Me dicen El Gringo. –

Luego del flirteo inicial, descubren que son el uno para el otro instantáneamente.
De este momento hasta el día de hoy Cupida y El Gringo son inseparables. Como uña y mugre. Cual pan y mantequilla, o refresco y popote.
Este es un claro ejemplo de lo que a mí me gusta describir como: “Cuento de hadas materializado en un par de tortolitos que extrañamente se respetan y creen en el amor reciproco” Alguna vez yo también creí en esas tonterías, antes de que mi corazón fuera descaradamente pisoteado y el amor de mi vida (al que en este libro llamaremos por su nombre y tal vez incluso su apellido)  me cambiara por una gordita poco agraciada mucho mas “Simpática” que yo.
Nota: Mucha gente piensa que cuando se termina una relación, el dolor es mayor si la persona que la da por terminada se consigue a un nuevo amor que resulte un poco o mucho más sexy que uno. ¡Atención! Esta afirmación es totalmente incoherente.
Aunque no lo creas querido lector, proporcionalmente, que te reemplacen por alguien que a tu percepción es un ser humano “Feo” es unas 15 veces más doloroso y torturante que  saber que te cambiaron por alguien con quien simplemente no compites. Ya que cuando te das cuenta de que no solo a tus ojos su nuevo (peor es nada) es grotesco(a)… sino que a los ojos de los demás, dos trágicos cuestionamientos invaden tu cabecita: ¿Seré más feo(a) que este adefesio? O ¿Seré tan mierda como persona, para que me abandone por este adefesio?
Seguramente en este momento te has de preguntar: ¿Qué carajos tiene que ver la introducción referente a las dos personas más estables emocionalmente que he llegado a conocer en mi vida con El Rudo y conmigo?
La respuesta se muestra enseguida.
El tiempo pasaba muy lentamente en el salón. La clase de probabilidad y estadística nunca fue mi favorita, así que me dediqué a cotorrear con mi amiguita Cupida (Como de costumbre).
La charla transcurría mientras la maestra Rosana intentaba explicar inútilmente la importancia de la campana de Gauss aplicada a la materia. Había llegado el momento, finalmente después de 20 minutos de gritos prominentes de la gastada garganta de nuestra desesperada educadora, se cansó y re retiró del terreno enemigo pataleando y maldiciendo en voz baja.
Se escuchó un fuerte azote a la puerta delantera del aula que hizo que la figura de la virgen María que se encontraba en un pedestal arriba del pizarrón se tambaleara  justo después de que su figura desapareció.
A juzgar por el estruendo, lamentábamos de antemano nuestra tarea extra recientemente adquirida, la cual  se agregaría  a la lista favorita de “correos no deseados” en menos de 6 minutos. (Lo que no se vio en hora clase, mas 20 ecuaciones de cortesía).

Lola: -¿Wei, le viste las chichis? No manches, le va a sacar un ojo a alguien-.
Cupida: -Ay Lola, ¡Respeto a los mayores por favor! – Dice riendo con aire sarcástico.
Lola: -Es que en serio que pasada. Que se compre una chambrita wei. Mínimo algo que le tape ahí el asunto. O sea, yo ya soy caso perdido. Lo digo para evitar futuros traumas psicológicos en menores de edad-.
Cupida: -No inventes Lola, tus pinches traumas ya los traes desde antes. No se los atribuyas a la pobre Rosana-.
(Las dos reímos histéricamente).
Lola:- Oye amiga, ¿Qué onda con el chavo del ITESSO, ya te habló?-
Cupida:- ¡Sí, ayer! No sabes Lola, cuando lo conozcas ahora si me vas a felicitar por mi buen gusto. Es un Dios-.
Nos miramos de frente y decimos suspirando con tono principesco;
-         Universitarios…-
                        
Lola: -¡Ay amiga! Como que el amor ya te pego y bien duro. – Digo entre dientes mientras tomo mi cartera. -¿Vamos a la cafetería? Me pudro de hambre.-
Caminando por el pasillo de prepa, nos topamos con Chío, quien decide acompañarnos.
Lola: -¡Chío! Dile a Cupida que te cuente de sus amoríos ITESSIANOS-.
Chío: - Esos universitarios nos están volviendo locas.  – Dijo volteando  los ojos.
(Cupida relata con precisión su historia de amor. Tanto Chío como yo dejamos escapar un suspiro cómico y reímos. Nuestra amiga sabe que aunque nos burlemos de la situación, quisiéramos conocer a alguien como ella ha descrito a su nuevo príncipe azul).
Chío: -¿Nos sentamos aquí?-
Cupida: - Si, aquí hay solecito.-
Lola: - Voy por algo de comer, ahora vengo. – Dije mientras me alejaba con $15 en la mano.
(Cuando regresé bien surtida de azucares dañinos para el esmalte dental, (mejor conocidos como dulces) alcancé a escuchar a mis amigas habían agregado a alguien nuevo en la conversación).
Cupida: - El tipo está  loco. Tiene una vibra diferente.-
Chío: - ¡Es como la versión masculina de Lola! Es “Lolo”. –
Lola: -¿Lolo?, ¿quién es lolo?
Cupida: - Amiga, El Gringo tiene un amigo loquísimo. Se siente roquero de estilo rebelde.-
Lola: -Te escucho...- dije interesada y me senté en la primera silla de plástico que encontré. Recargué mi brazo en el borde de la mesa y desenvolví de su empaque mi vicio más preciado: Paleta de caramelo con chile.
Cupida: - Bueno, es el mejor amigo de El Gringo y estudia en el ITESSO. Bellísimo, pero de forma varonil, no es el típico niño bonito.
Lola: -¿Solterito? O futuro “pone cuerno”.-
Cupida: - Si solterito. Creo que nunca ha utilizado las palabras “relación” y “formal” juntas  en su vida. Eso sí, te advierto que se ve muy pero muy carbón.
Lola: - Me agrada, por fin algo nuevo. ¿Tiene nombre?-
Cupida: - Creo que se llama El Rudo.
(Mi mirada se iluminó desde el inicio al escuchar a mi amiga describiendo al mejor amigo de su futuro novio. No podía esperar a conocerle y comprobar si es que un hombre podría acaso ser más inteligente que  yo, como para no caer en mis trucos y evitar así, enamorarse de mí. Un reto realmente tentador; tomando en cuenta que es algo inusual encontrar a un hombre guapo, listo y RUDO.
Como diría una buena amiga: “Los hombres tienen dos cabezas, lamentablemente solo piensan con una a la vez”.
Todo parecía indicar que este nuevo desconocido se ganaría muy pronto un lugar en mi lista Top 10 de hombres inconquistablemente divertidos.
Las siguientes semanas, mi amiguita Cupida continuó su historia de amor con El Gringo y derrochaban miel sobre hojuelas de ilusión juvenil.
Cupida me platicaba como la escancia de El Rudo era diferente, extravagante, divertida y perspicaz. Yo solo pensaba en conocerle y comprobarlo por mí misma.
Un mal día, (Después de reprobar mi examen semanal de finanzas I) Recorría los pasillos del instituto pensando como haría para ocultar mis calificaciones a mis queridísimos padres.
Nota: Este pensamiento me acechaba 6 veces al año, exactamente una semana antes de la entrega de calificaciones parciales.
Tomé mis múltiples pertenencias (mochila, computadora, bolsa de mano y vaso con tejuino) y me dispuse a huir del instituto antes de que algún maestro me pidiera ayuda con sus cosas. (Además de reprobarnos todavía quieren que les cargues sus pulgas los muy ojetes)
Mi cabello lucia tremendamente mal y ese día no me maquille. En resumidas cuentas me veía peor que un pordiosero recién golpeado.
Todo iba de maravilla, había logrado salir del instituto sin contratiempos y podía ver mi coche desde mi punto de ubicación. Caminaba rápidamente hacia mi vehículo cuando de repente;
Cupida: - ¡Lola!
(Gire la cabeza y la vi a Cupida. Se encontraba en la esquina de platicando con dos hombres hermosos. A uno de ellos lo reconocí  de inmediato por sus lentes cuadraditos y refinada nariz; El Gringo. Pero no fue él quien capto mi atención de una manera estúpidamente indiscreta; tenía que ser él. Por fin veía de frente a El Rudo.
Tan perfecto y desalineado.
En ese momento  parecía haber olvidado ciertos puntos básicos que dificultarían mi primera buena impresión.
1.     Falda colegiala por debajo de la rodilla.
2.     Chaleco manchado de algún ingrediente de la clase de cocina.
3.     Cabello comparable con un nido de pájaros carroñeros.
4.     Ni un gramo de maquillaje en la cara.
Lola: - El Gringo, ¿cierto? – Dije mirando fijamente al galán de Cupida con la misma confianza característica de mi persona.
El Gringo: - Ese mismo.
Lola: - Mucho gusto, Lola. No en mis mejores momentos cabe aclarar.
El Gringo: - Igualmente. Te presento, el es mi amigo El Rudo.
(Entonces sucedió. Ocurrió lo impensable; mi autoconfianza se desvaneció cual novio adolecente que descubre que su pareja lleva 3 meses de embarazo)

Lola: - Hola – Dije lentamente y  con  voz cortada.
El Rudo mirándome directo a los ojos respondió educadamente;
El Rudo: - Hola, ¿Cómo estás? – y su atención se dirigió inmediatamente a su amigo. No se percató de mi existencia; ni un poco. Pero no era mi caso, yo sentía que el mundo se me venía encima.
Una oleada de calor y nerviosismo recorrió mi cuerpo entero y se adueñó de mis cachetes, que temblaban y se sonrojaban con el paso de cada milésima de segundo. Me temblaban “literalmente” las rodillas y mi cerebro intentaba inútilmente controlar mis piernas enviándoles   señales fallidas para comenzar a CORRER.
En cuanto pude desviar mi mirada de aquella  representación latina de “EL David” que me había hecho perder control de mis habilidades motoras sin siquiera mirarme de frente, dije;
Lola: - Ya me voy. Adiós, un gustazo. –

Nota: La probabilidad de que yo experimentara el síntoma de “rodillas temblorosas” por conocer a un chavo y que mi mirada intensa y acosadora fuera reducida a escombros a causa de una mirada ajena que me dedicó cuando mucho 4 segundos; Era de 1 en 1,000,000.


Parte 2
El apodo “El Rudo” se surge después de muchas burlas y críticas de parte de mis amados padres, ya que cuando advertí a estos últimos que planeaba salir con este personaje, casi mueren de un infarto.
Mami: - ¿Qué tal la escuela Lola? –
Lola: - Bien Ma. Hicimos que la loca de Probabilidad saliera berreando del salón. La hubieras visto… - Dije descaradamente mientras me acercaba a la cocina donde mi mamá picaba las botanas con chile y limón.
Mami: - No sé  como las aguantan esos pobres maestros. Yo ya estaría presa por haber estrangulado a alguna de tus amiguitas al interrumpirme.
Lola: - Ay mama, por eso hay carreras de todo tipo. Hay gente que nace para aguantar mocosas insolentes sin cometer homicidios. Y existen personas “Normales” a las que simplemente no les interesa mejorar el futuro de México.
Mami: - Es que eso es lo triste, Ni aunque les den de garrotazos les entra la educación. Bien decía tu abuela;
Lola: La letra con sangre entra.
Mami: Exacto, la letra con sangre entra. Estaba leyendo un reportaje decía algo sobre
Interrumpo abruptamente.
Lola: Madre, entiendo que la juventud es un desperdicio de materia gris, pero no te he contado. ¿Te acuerdas del galán de Cupida?
Mami: - ¿El de Estados Unidos?-
Lola: -Ese mero. –
Mami: - Si, ¿ya anda de noviecita o qué?
Lola: - Pues no creo que tarde mucho. Ya la veo como muy atolondrada. Deduzco que no pasa del mes y se nos va. Eso de la soltería está pasando de moda este semestre. Con esos cueros universitarios que se nos ponen en frente…-
Mami: - Ay niña, andas en todo menos en lo que debes estar. ¿Qué paso con el examen de Finanzas? -
Lola: - Eh, ¿Qué?
Mami: - No te hagas pendeja, ¿Qué ha pasado con finanzas?
Lola: - Ay mama, ¿ves? En cuanto quiero comunicarme como una buena hija contigo hasta me hablas feo por no oírte bien. Y tú, solo quieres que te cuente mis avances escolares.
Mami: - Hija, haz estado hablando 20 minutos de las mismas babosadas de siempre. A ver, ¿A quién conociste ahora?
(Oh sí.  Se desvió la conversación financiera. Ahora, a soltar la Rudo-bomba)
Lola: - Se llama El Rudo – Dije distraídamente.  – Es amigo de El Gringo -.
Mami: - El Rudo. Y ¿cómo lo conociste? Fue a la escuela seguramente -. 
Lola: - Si, buen chavo y muy atractivo. Algo tosco; Pero ya sabes  lo que dicen, mientras más feos, más guapos. La mamá de Cupida dice que parece bombero de calendario.
Mami: - En resumen, vas a empezar a salir con ese tipo; que es feo, y al mismo tiempo tosco aunque también parece bombero de calendario. A como lo describes, parece que hablas de un judicial  que pasó un buen tiempo en la cárcel-
Lola: - No madre. Parece que hablo de un stripper vestido de policía. Que además de sensual, es… tu sabes; rudo - .
Mami: - ¡Ah! Ahora también es rudo. Válgame Dios. Esa sí que no me la esperaba. ¡Un rudo! Voy a prenderle la vela al santísimo para que en vez de andar pensando en viejos que se encueran vestidos de policías te concentres en la escuela.
Lola: - ¡Mama espérate! No te he terminado de contar. – Dije riendo mientras la  perseguía  por los pasillos de la casa.
Mami: - Y ni le digas a tu padre que quieres salir con ese espécimen, que se muere. Habrase visto semejante locura. ¿Por qué no pude tener una hija normal? Dios mío, seguramente en mi otra vida mate a alguien. Seguro fui maestra de probabilidad y estrangulé  a una niña igual de loca que tu-.
Lola: - Pero así me quieres. ¿Quién te manda andar matando niñas inocentes en tu otra vida? –

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