viernes, 5 de agosto de 2011

Dulce idiota vulnerabilidad. (Crónica de un velorio)

Dulce idiota vulnerabilidad. (Crónica de un velorio)

La noticia

Tres de agosto. Son aproximadamente las doce de la noche y suena mi teléfono celular. 
-          ¿Qué pasa rockstar?  - Dice la voz
-          Virgilio. ¿Cómo estás? -
-          Excelente mujer, oye llamaba para ver si no saldrás el día de hoy con los compas a jugar “beerpong”
-          ¡No Virgil! Ya estoy en pijama y la verdad tengo sueño, no he descansado esta semana.  Diviértanse por mí.
-          Ok rockstar pero no digas que no te avisé. Nos vemos después –

Cuelgo el teléfono celular con una sonrisa en la cara. Me gusta que mis amigos  me tomen en cuenta cuando organizan planes aunque sepan que no tengo ánimos de salir. Algo raro pasa conmigo este día.  Es como si quisiera estar sola y pensando en mi habitación.
Decido que es un buen momento para escribir,  ya que me gustan los días lluviosos y el olor a tierra mojada que se filtra por la ventana abierta del baño. Una noche agradable para adentrarme en mis propios pensamientos.
Me levanto de la cama y me dirijo al escritorio donde guardo mis borradores y poemas incompletos.
Comienzo a buscar ese poema que comencé hace una semana, y quiero corregir para publicarlo lo antes posible.
Suena nuevamente mi teléfono celular.  Otra sonrisa se dibuja en mi cara, pienso que el Virgilio intentando convencerme de salir a jugar “beerpong”.
Más cuando deslizo la parte frontal del teléfono no reconozco el numero en pantalla. Sin pensar, atiendo la llamada.
-          ¿Diga?
-          ¿Karla…? – Dice una voz un con tono triste y asustado. Casi susurrando de manera un tanto histérica.
-          ¿Quién es?
-          Karla, soy Patricia. Íbamos juntas en secundaria – Hizo una breve pausa
-          ¡Paty! ¿Como estas? ¿Todo bien? Perdona, no te reconocí.
-          ¿Donde estas? – Preguntó con voz temblorosa y haciendo ruidos húmedos con la nariz. Lloraba.
-          En mi casa. ¿Por qué?
-          Karla. – Se detuvo unos cinco segundos. -  Abigail falleció.
Mis oídos escucharon las palabras claramente, pero mi cerebro no pudo entenderlas así que  sin pensar lo que decía contesté   - ¿Que dices? –
-          Abi murió. Te mando un abrazo fuerte y sabes que estoy ahí para ti.
Nuevamente mis oídos escucharon pero no sabían si creer aquella desastrosa noticia.
-          Ok. – Respondí y colgué.

Continúe haciendo lo que disponía a hacer previamente. Tomé mi cuaderno, escribí y llene seis hojas con la misma palabra
-          Abigail.
De pronto, entendía lo que pasaba. Abigail ya no estaría más y yo sufría una hiperventilación que me provocaba confusión y estrés, así como miedo.  Miedo a mi propia muerte. Miedo a olvidar todo aquello que vivimos juntas. Mis ojos estaban inundados de lágrimas.

Su camioneta se volcó camino a San Antonio por la carretera a Monterrey.  Abigail no llevaba cinturón de seguridad. La puerta de su lado se desprendió del vehículo y ella murió del golpe al salir por el agujero.  Una tragedia.

El Velorio.
Como cualquier otro. Flores, café y llanto.
La única diferencia es que esta vez no es algún anciano que no conocía, o un pariente lejano. Es mi amiga la que se encuentra en aquella fría esquina dentro de un féretro. Son sus rosas mejillas las que han sido enfriadas por el toque de la muerte y es su risa graciosa y tierna la que nunca más he de escuchar. Es mi amiga y este es el último momento que voy a tener junto a ella.
En este lúgubre lugar. Mis compañeros de secundaria. Algunos me traen buenos recuerdos, otros pésimos. Los observo.
Estas personas y yo ya no tenemos nada en común. Solo el dolor que nos provoca la partida de Abi. Supongo que se puede considerar un vínculo, aunque sea de tristeza. Voy a su encuentro y los saludo educadamente. Parecen sufrir de insomnio como yo a juzgar por sus ojeras.

El Encuentro
No puedo dejar de mirar la esquina donde se encuentra aquel féretro de madera. Me provoca curiosidad. Tal vez un poco de morbo me apena confesar. Quiero comprobar que Abi se encuentra verdaderamente ahí. Un pequeño porcentaje de locura en mi cabeza grita
-          - Tal vez sea una broma. Tal vez Abi nos está gastando una broma.
Cuento los pasos que doy. La distancia parece nunca terminar. Trece pasos y estoy frente a la señorial caja de madera con los ojos tan apretados como mis músculos contraídos. Realmente espero no verla ahí acostada. Ruego a dios que sea mentira.

Pero no. Es tan real como mis huesos. Esta muerta; pálida e inmóvil. Sus ojos cerrados son hermosos y sus labios han sido coloreados artificialmente. Verla fue impactante y a su vez consolador.
-          -    Incluso hoy, te vez hermosa. Gracias por todo tu amor. Descansa.
Beso mi mano y la coloco inmediatamente sobre el vidrio. Un beso de despedida es lo único que puedo darle.

Justo cuando le doy la espalda rompo en llanto y comprendo que nunca más volvería a verla en esta vida.

Misa

La misa fue bellísima. No me gustan las mismas pero esta fue bellísima pienso.
Me quedo un rato sentada en el templo. Y observo las cenizas de Abigail. Están en una cajita de madera.
Polvo eres – Pienso y lloro mientras me retiro de aquel recinto.
-          Voy a vivir al máximo por ti Abi. – Digo en voz baja.

Necesito un trago. Sé que está mal pero quiero olvidarme de todo este dolor.



Le envió un mensaje a quien menos debería en este momento. Alex
-          Se murió mi mejor amiga, necesito un trago. ¿Puedes salir?
-          Paso por ti a las 8 30. – Responde

Cuando veo a Alex toda mi tristeza se evapora. Creo que en el fondo se por qué.  Simplemente no quiero admitirlo. Cada día me gusta más. Pero el solo ve en mi una amiga. Me duele saberlo y entenderlo. El amor duele demasiado, pero en este momento me hace feliz y lo necesito.
Cuando salgo a su encuentro, me abraza y me besa en  la frente dulcemente. Me tiemblan las rodillas; en parte por usar tacones todo el día, pero también porque es el único hombre con el que siento nervios cuando se acerca.

Al instante se me escapa una sonrisa de la boca y olvido por unas horas la noticia que me abrumaba hace apenas diez minutos.
Llegamos al lugar. Un bar en el que tengo buenos recuerdos y anécdotas. Me gusta estar ahí sentada.
Hablamos de algunas cosas superficiales y después tocamos temas más profundos. Me gusta la confianza que nos tenemos;  tomando en cuenta el hecho de que no nos conocemos desde hace mucho tiempo.

No puedo dejar de verlo. Sus ojos, su boca.

El alcohol, aunque no fue demasiado me desinhibe y me relaja. Me acerco y el no se mueve. Nuestras piernas se rozan y yo no dejo de pensar
-         
-           -     ¿Qué estás haciendo idiota? Tú no le gustas. Mueve la maldita pierna y retrocede en este instante.

Pero realmente no siento la conexión con mi mente cuando sonrío al escuchar sus bromas ni cuando contesto de manera coqueta a cualquier pregunta que me formula. Realmente quiero que se dé cuenta; quiero que se cuestionara si es que le parezco atractiva, aunque sea un poco.

Que zorra me siento, sin mencionar que soy una mala persona por coquetearle a Alex el día de la misma de Abi.

Comienza a llover y hace frio.  Alex pide la cuenta y nos vamos.
Al llegar a mi casa me facilita una bolsa de plástico negra enorme para que no me moje y sale a abrirme la puerta.
Al bajar del vehículo, no sé si por la prisa o por la falta de visión de ambos sentí un beso en los labios. Pero no estoy segura, tal vez sea mi imaginación. Mi corazón late demasiado fuerte.
Me despido y corro a la entrada principal. Supongo que Alex está ya en su coche y volteo a la calle para ver si sigue ahí. Me sorprendo al ver que está justo detrás de mí y no entiendo porque no se encuentra ya en el auto. No sé cómo interpretar esta acción, tal vez corrió por impulso o lo hizo por educación… Pero, qué tal si no fue eso. Tal vez le gusto.

En ese momento, me pasa por la mente lo que dije antes de salir del templo.

Voy a vivir al máximo.

Me acerco a Alex y voy directo a su boca. El se mueve un poco pero yo decido que si ya llegué tan lejos no me puedo ni me voy a echar para atrás. El cedió y nos besamos. Yo siento que vuelo mientras gotitas de lluvia me golpean la cara. No tengo ni la más remota idea de que le pase por la mente. Espero que no sea lástima y no me detengo. No sé si vaya a volver a besar esos labios que sentí tan suaves en los míos   algún otro día, así que quiero sentir su aliento y disfrutarlo aunque sea por primera y última vez.

No fue hasta el día siguiente que reflexione  acerca de mi propia fragilidad  e impulsos imprudentes que me hacen como soy. Una idiota enamorada que espera con ilusión que el muchacho que le gusta vea en ella algo diferente a las demás. Esa diferencia radica en  que yo en el veo más que una cáscara perfecta.

Hoy duerno tranquila. 


La Despedida



El día siguiente transcurre con parsimonia. Es como si el tiempo se hubiese detenido y solo quedáramos la meditación de los hechos y yo. Abi ya no está. Pero su recuerdo siempre seguirá en mi memoria. Todo aquello que vivimos me acompañará de ahora en adelante.  Por fin entiendo, que su espíritu es más que energía… es vida. Su fortaleza, liderazgo e ideas permanecerán y su historia será recordada por mis hijos cuando les cuente de mi única amiga en secundaria. La que compartía mis gustos y aficiones, la que nunca me juzgó. 

POEMA A ABI
Saladas perlas brotan de mis rotos lagrimales
Resbalan arrojándose al vacío
Y me inundan la memoria de recuerdos que daba por perdidos

Háblame.
Dime que la muerte ha perdonado tu partida
Miénteme
Levanta esa mirada y sonríele a la vida nuevamente


-        Dichosa yo, por compartir tu tiempo

Amiga mía
Me dejas con el alma hecha tirones
Agrio aroma de tristeza me corroe
Fúnebre arrogancia del destino
Quien robó tus sueños y los hizo añicos



Adiós es mentira.
Digamos hasta pronto
Nos veremos en un tiempo relativamente corto.




Y como dije. Desde hoy; voy a vivir al máximo. No espero que Alex me voltee a ver después de eso, pero tampoco me volveré a sentir insegura de mi misma frente a nadie. Soy hermosa como soy, y doy gracias a dios por estar completa y un tanto cuerda. Quiero dar todo de mí en la carrera de arquitectura y en la carrera de la vida. No sé cuando se me vaya a terminar, pero lo que viva… ¡lo voy a disfrutar! Gracias Abi por darme el valor. Nunca es tarde para decir TE AMO.






ABIGAIL GONZALEZ ALVAREZ 1991-2011